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sobre un

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ANTECEDENTES

La FIDE, el cuerpo regulador y promotor del ajedrez, quería asegurarse el mundial de ajedrez de 2021 que organizaban tenia una marca y un lenguaje gráfico a la altura de lo que este título representa para la comunidad del ajedrez.

Además de la tensión intrínseca de esta disciplina, entre explotar su vertiente deportiva (a ver cuántas calorías gasta un cerebro enfrentándose contra Carlsen) o su vertiente más intelectual y sofisticada; nuestro reto iba aún más allá.

Y es que, tras la pandemia de COVID-19 el ajedrez tenia una oportunidad histórica: el crecimiento de audiencia con los streamers de ajedrez podían capitalizarse desde el mundial y, tras la suspensión de la anterior cita, las expectativas eran máximas.

SOLUCIÓN

Como no podía ser de otra forma, la clave para crear la identidad y el concepto del mundial fue una inmersión en los seguidores de ajedrez y en la preparación de los grandes maestros.

Descubrimos un insight que hermana a profesionales y aficionados y que, a pesar de ser conocido en la comunidad se retrata muy poco en los campeonatos: el estudio de otras partidas que realizan los jugadores para prepararse.

Cada contendiente anota una jugada tras realizarla por lo que las partidas terminan registradas. Para los grand masters y cualquier estudioso esta disponibilidad de material ajedrecístico es a la vez gloria y derrota, pues ahí se esconde lo que les ha llevado hasta su posición en el ranking ELO, pero también la clave para derrotarlos.

Porque en definitiva, en cada movimiento está el secreto de la personalidad de un jugador, hacia una especie de ADN neuronal, de una forma de razonar, de pensar y reaccionar. La gracia es que este insight ha sido posteriormente comprovado demostrado con inteligencia artificial.

Ante esta relación de cada jugador con sus estilos de juego y la vocación de reivindicar el ajedrez como deporte, la propuesta, era obvia:

You are your best moves

You are your best moves

You are your best moves

You are your best moves

Un claim que se plantea como reto ante este determinismo: ¿se puede retar las convenciones de estilo como Ian Nepomniachtchi, el candidato al título, o se puede modificar el propio estilo para hacerlo más consistentes como el centauro Magnus Carlssen tras una misteriosa etapa de entrenamiento? Bendición o maldición, los movimientos futuros son deudores de los pasados.

En todo caso, las lecturas desde la dimensión intelectual eran tan obvias como las que era posible hacer desde la dimensión deportiva con un lenguaje propio de grandes marcas y eventos: uso de frases tajantes y un copy con vocación de jaque mate.

Mi participación no se limitó al claim del mundial sino también a la colaboración exhaustiva con los equipos de diseño en su design strategy.

El lenguaje usa la tipografía sofisticada en blanco y negro como tablero sobre el que sucede una partida de trazos dorados: los movimientos que cada jugador ha realizado para llegar a lo más alto del ajedrez mundial.

VALORACIÓN

Sin ser un gran fan del ajedrez, la verdad es que el sentimiento de transcendencia de participar en la conceptualización de un mundial de ajedrez es innegable: la historia de los campeones mundiales se remonta al siglo XIX. Un deporte que refleja los cambios geopolíticos del mundo y que, en esta ocasión celebraba un mundial global por naturaleza: un noruego y un ruso compitiendo en Emiratos Árabes Unidos.

Sin duda, la sensación de en todo el mundo hay alguien mirando lo que sucede arropado por algo en lo que tengo algo que ver me dejó en tablas: era tan intimidante como motivante.