danza

Cinco Jotas es un sinónimo de calidad excelsa. Gente que jamás ha constatado el sabor de una pieza o una loncha de sus productos, es capaz de equipararlos al estándar de máxima calidad del jamón. Una marca llamada a ser un icono de calidad del lujo y a ser un símbolo de la gastronomía española.

En la línea con el posicionamiento que estrenaron como referente de la maestría gastronómica española, cada año comisarían un proyecto artístico de intervención en sus envases y estuches en el cual tenemos la oportunidad de buscar el leitmotiv, el concepto y el artista que pasarán a ser parte de cómo se presenta lo mejor del cerdo 100 % ibérico ante los comensales más exigentes.

Para este año nos inspiramos en un punto de partida habitual: los maestros de Cinco Jotas, los artistas que participan en la elaboración de cada pieza. Personas que trascienden la categoría de profesionales o artesanos y que, con sus gestos miles de veces repetidos son capaces de llevar cada pieza a la cumbre de la gastronomía a través de procesos como el perfilado, la salazón o el calado, entre otros.

Nos anclamos en el concepto de la memoria del movimiento por el cual la repetición de gestos ha llevado a estos genios a dominar su arte como nadie.

Queríamos simbolizar este movimiento a través de dos artes: la alta costura y la danza, que juntos nos generaban estelas de telas en movimiento, en una imagen visualmente compleja pero sencilla de descodificar.

La moda y el arte de la sastrería lo encontramos en Oteyza, con prendas neotradicionales cuyo vuelo y caída eran ideales para representar el movimiento y este dinamismo que queríamos simbolizar.

Con Oteyza en el equipo, el proyecto cristalizó en una sesión fotográfica de auténtico lujo con Benjamin Cremel, su fotógrafo de cabecera.

A través de la selección de prendas, la gestualidad y el cromatismo se homenajeaba a un maestro en particular, visualizando de forma artística la genialidad de sus gestos repetidos dejando su impronta en cada pieza de Cinco Jotas.

Y este trabajo se volcó en los packs de la ya icónica Colección de Navidad, que eleva Cinco Jotas un año más a la categoría de lujo gastronómico de primer orden.

Lo más interesante a nivel personal del proyecto fue el trabajar codo con codo con la dirección de arte para sugerir y ver simbólicamente qué colores, luces y movimientos podrían retratar mejor cada parte del proceso de elaboración de Cinco Jotas.

El resultado es un trabajo totalmente integrado y multidisciplinar, en el cual la dirección de fotografía se nutre de la estrategia y en el cual la narrativa entra hasta la cocina de la identidad visual… en una danza sublime.