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Tiempo de lectura: 2 minutos

Esto que voy a contar es absolutamente real pero absolutamente banal. Puede que solo nos importe a mí y a cuatro obsesionados por el branding pero lo bueno es que entonces nos deprimiremos pocos. La historia tiene que ver con la teoría de los bullshit jobs y ese sentido superior que le buscamos al diseño, a la publicidad, al marketing o al branding. Si eres de los que dudan de la utilidad de nuestro trabajo, no te gustará leer esto.

El caso es que hace unos meses, aterricé en una habitación cuyo anterior ocupante había trabajado en una conocida cadena internacional de ocio y restauración.

Esta persona como los anteriores inquilinos ha dejado su capa de sedimentos en forma de memorabilia basura variada. Le podría dedicar un microcuento a cada estrato residual pero lo que me llamó más la atención es el welcome pack de la empresa en la que trabajaba.

En el interior del pack había un dossier que daba a conocer la historia de la marca y otros hechos relevantes para fomentar la cultura corporativa. Este tipo de acciones de comunicacion o activos son muy importantes: a menudo la comunicación interna se olvida y los trabajadores son la primera línea para crear experiencias, especialmente cuando están de cara al público.

Aunque nunca he redactado ninguno directamente, sí he contribuido a definir las guías de muchas marcas, en distintos grados de evolución y muchos habrán terminado en documentos parecidos. Es un trabajo que parece realmente etéreo pero que es muy significativo: es relevante que en un McDonald’s de Francia te traten igual que en uno de Brasil. A mí me gusta y de hecho el branding y la estrategia son los aprendizajes en los que más he disfrutado en los últimos años de mi carrera.

Así que, movido por la curiosidad y el interés profesional, decidí estudiar el dossier. Y cuál fue mi sorpresa que el documento tenía un montón de páginas arrancadas. Al principio supuse que quizá había usado las caras traseras para tomar notas pero una observacion más detenida de algunas páginas que quedaban a medio arrancar me hizo dar con un patrón familiar. No las arrancaba directamente, sino que lo hacía a trozos, a cuadraditos, supongo que empezando por una punta y arrancando sucesivamente otros fragmentos a medida que le diera por ahí.

No sé si tú reconoces este patrón pero las últimas páginas que vi así (¿quizá en la universidad?) habian sido reconvertidas en boquillas, en filtros improvisados, para pitillos de líar o porros.

El colega se estaba fumando su welcome pack.

Así de claro. Convertir el trabajo de alguien en humo y colocones: quizá es un brillante ejemplo de upcycling o simplemente una lección de humildad tremenda para mi gremio.

Dicen que las propuestas de muchos planners o creativos son una fumada. No se imaginan hasta qué punto.

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